Me encuentro caminando en Lucerna, Suiza. Los cisnes en el lago, las montañas con nieve de fondo entre personas grises con la mirada triste y absorta;el frío que cala hasta los huesos. Todo es limpio y hermoso; se escucha un silencio ensordecedor. Éste escenario, fuente de inspiración para la soledad y sus odas, fue donde vi al más triste y solo Nietzsche.
No dudé en seguirlo hasta su posada; entró a esa casa de madera, vieja y un tanto tenebrosa y yo esperé unos minutos afuera deliberando: tocar la puerta o no. Decidí dar tres golpes a la puerta y esperar respuesta, pero no la hubo; golpee nuevamente, con más fuerza, y una voz profunda y molesta gritó: "yo no espero a nadie, ¿que es lo que puede esperar alguien de mi?, ¿quién toca mi puerta?". Después de temblar y guardar silencio unos treinta segundos grité: "usted no espera nada de mi, sin embargo yo espero que usted me responda: ¿Porqué mató a mi Dios? ". En ese momento se escucharon pasos apresurados y se abrió la puerta con un chillido que respondía a su falta de mantenimiento.
Nada más y nada menos que el maestro Nietzsche quien me abrió; su ceño fruncido, su bigote mal cortado, y su facha completa me transmitieron una terrible sensación de descuido personal y de poca valoración propia; pero, a pesar de sentir un poco de lástima por su persona, sentía aun más respeto infinito. - ¿En realidad quieres una respuesta?- me preguntó; lo miré fijamente a los ojos y le dije -Sí, por salud mental quiero entenderlo a usted y quiero saber que puedo esperar de un mundo sin Dios-. Fue entonces cuando el me abrió la puerta en señal de que pasara, no sabía donde sentarme, todas las sillas estaban ocupadas por libros; al fondo a la derecha donde se escuchaba en el tocadiscos, Fantasía de Beethoven , sugería que ahí era donde yo debería llegar.
Entonces, ese pequeño cuarto , donde yo me metí, una luz difuminada entraba por la ventana y el olor a libros viejos me incitaba a ojearlos para ver si eran tan antiguos como olían... una taza de café y múltiples cigarrillos apagados, unos lentes en la mesa y un escritorio de roble igual de viejo que la casa, los libros y la puerta. Allí me senté y empecé a leer títulos: Crítica de la razón Pura, El contrato social, El Discurso sobre el Método, La Biblia, La Fenomenología del Espíritu... Kant, Schoppenhauer, Descartes, Los Profetas, Hegel... El filósofo lee de todo y todo se sirve de ello para volver a escribir.
Cuando el maestro se sentó del otro lado del escritorio me miró y me dijo: -Me preguntaste que puedes esperar de un mundo sin dios, te lo responderé: puedes esperar al "Superhombre"-, lo miré con incertidumbre y le volví a preguntar -¿he cambiado mi fe en Dios para ponerla en un hombre?- y rápidamente me respondió con un grito -!No en un hombre!,Ingenua jovencita,en el Superhombre que es diferente-. Lo miré fijamente a los ojos y desvié la mirada y pregunté: -¿Cuál sería la diferencia entre el hombre y el superhombre?- suspiró, me miró y con un gesto serio empezó a hablar: -el superhombre no cree en las cosas que prometen las religiones después de la muerte, él sólo cree en lo real y en lo que puede ver. Es un ser que, ante todo, razona; aunque eso no quiere decir que no sienta. El superhombre se deja llevar por sus pasiones y sus sentimientos, pero a su vez, se domina a sí mismo; no busca sólo el placer, esa sería la diferencia con el hombre, "El ultimo hombre". De pronto me surgió una duda más,y no esperé en preguntar: -¿Quienes son los últimos hombres?- ; nuevamente empleó una mirada profunda, se peinó el bigote y acto seguido encendió un cigarro, "Es el hombre más despreciable, el incapaz de despreciarse así mismo, es tan templado y mediocre que ya no se hace ni pobre ni rico, ambas cosas le parecen demasiado molestas;¿Quién quiere gobernar?,¿Quién quiere obedecer?,ambas cosas le parecen demasiado molestas.!Ningún pastor y un solo rebaño¡:Todos quieren lo mismo. Son el último peldaño hacia el superhombre-; quedé atónita con esta respuesta: sólo está describiendo a un pueblo que busca a alguien que los guíe; depositando sus expectativas en otra persona; buscando un pastor para las ovejas sin voluntad.
Me sudaron las manos y las quité del escritorio, obviamente el notó mi nerviosismo y para desviar la atención en seguida pregunté: -¿ Es el superhombre ese pastor que el último hombre necesita?-; el maestro Nietzsche hizo un gesto despectivo al escuchar mi pregunta y me dijo : "Señorita, la respuesta está en la pregunta, piense antes de hablar, mi explicación ha sido bastante explícita", si necesita un ejemplo se lo daré: el hombre necesita un nuevo Napoleón, un nuevo Canciller de Hierro, el hombre de hoy necesita un superhombre que sea seguro, independiente e individualista, que no se deje llevar por la multitud; al contrario de las personas débiles, que sólo se dejan llevar por las tradiciones y las reglas establecidas. El superhombre es capaz de rescatar los valores de los grandes personajes de la historia y perfeccionarse para crear de ésta manera una raza superior que nace con un espíritu dominante y vive para gobernar o acabar con los débiles-. "¿ Profesor, quiénes serían los más débiles de éste pueblo del que me habla?" , esperé por ser lo primero que llegó a mi mente.
Él se paró de su silla y salió con pasos firmes del pequeño cuarto, yo creí que mi pregunta volvía a ser estúpida y que había decidido irse y dejarme allí; me levanté de mi silla y desde el marco de la puerta observaba a donde se dirigía el profesor Nietzsche, caminaba directamente a la puerta por donde entré, pero cambió su dirección y fue a poner más leña a la chimenea. Ese fue un acto que sinceramente agradecí: después de matar a dios y no poder calentar mi alma sólo podía ayudarme a calentar mi cuerpo; el superhombre sólo me traía malos pensamientos. ¿Qué pasaría si en un futuro próximo algún hombre juega a ser el superhombre y trata de exterminar a una una raza que él considere inferior y de espíritu débil?.
Lo único malo de éste pensamiento fue que lo dije en voz alta y el maestro me escucho, entró al cuarto con dos cafés, uno para el y uno para mi, los puso sobre la mesa y respondió: " El superhombre no malinterpreta las cosas; y ningún hombre vulgar podría jugar ese papel, ya que no tendría la disposición de dejar de ser uno mas de rebaño y convertirse en pastor, ningún hombre vulgar podrá ser superhombre porque no sabría transformar su espíritu." Puede ser que éste contexto histórico sea el que nos haga desear un superhombre que le de más colonias a nuestra nueva nación, que renuncie a los viejos valores de la inquisición que mate a dios y el se convierta en la divinidad encarnada. Fue lo primero que repuse a su ultima respuesta y posteriormente le pedí me explicara a que se refería con la transformación del espíritu... (A pesar de ser un profesor de bastante peso en la Universidad de Basilea parecía ser una persona muy absorta en la soledad y deseosa de compartir sus ideas, más allá de escribirlas )
Nietzsche me respondió : Cuando el espíritu que se convierte en camello y el camello en león y el león en niño: El camello es el espíritu doblegado y da todo de su ser, es una bestia de carga que renuncia a todo y es respetuosa. Pero no basta con esta bestia porque es aquí donde se da la segunda transformación; el león que quiere conquistar su libertad, como se conquista a una presa. Es un espíritu dominante sin embargo aquí no acaba la transformación del espíritu ya que crear valores nuevos el León no puede, pero su puede crear libertad para crear nuevos valores. ¿Pero porque el León tiene que convertirse en niño?, Porque el niño es renuncia y olvido, un nuevo comienzo, un santo decir sí. Es ésta la transformación del espíritu que da pié para escribir en tablas nuevas y crear nuevos valores para concebir un nuevo pensamiento y una nueva sociedad.
En ese momento guardó silencio y tosió sangre, se levanto rápidamente a la letrina a volver el estomago; al regresar me dijo "Termina ahora y hazme tu última pregunta, que los dolores de ésta enfermedad crónica me están matando". Pregunté: "¿Qué es lo que hay después de lo terrenal? Nada, permanece fiel a la tierra y no creas a quienes hablan de esperanzas supra terrenales . Enfermos y moribundos son los que despreciaron el cuerpo y la tierra y los que inventaron las cosas celestes y la gotas de sangre redentoras
De su miseria querían escapar y las estrellas le parecían demasiado lejanas… Entonces suspiraron “oh! Si hubiera caminos celestes para deslizarse furtivamente y en otro ser y en otra felicidad”- ¡Entonces se inventaron sus caminos furtivos y sus pequeños brebajes de sangre.Mucho pueblo enfermo ha habido entre los que poetizan y tienen la manía de los dioses; odian con furia al hombre con conocimiento.Vuelven siempre la vista hacia tiempos obscuros : entonces ciertamente , ilusión y fe eran cosas distintas ; el delirio de la razón era semejanza con Dios y la duda era pecado.Con más pureza habla el cuerpo sano, el cuerpo perfecto y habla del sentido de la vida.
De la cocina sonó el silbido de una tetera que marcó la pauta para mi retiro, me levanté,di las gracias y me dijo :"Sabes donde está la puerta".
Me retiré de su casa, sin un dios, sin confianza en los demás y sin vida después de la vida...