ME FALTA EL AIRE y aunque me cueste aceptarlo fuiste tu por 43 años el que me lo robó. No pienso negarlo, aunque estaba consciente del daño que me harías, pocas veces pensé renunciar a lo nuestro.
Desde niña te admiraba, implicabas muchas cosas, siempre rodeabas a "los grandes" y acompañabas a todos en reuniones y cafés. Sólo era cosa de crecer para poder estar juntos...
No pudimos esperar, la curiosidad me ganó y teniendo 13 años, tuvimos nuestro primer encuentro; el poder tenerte entre mis labios implicaba una mezcla entre lo prohibido y lo placentero. Estar juntos era una nueva forma de vida, imaginaba que si nos veían uno con el otro, pensarían que yo era interesante y hasta más grande, pero al contrario de eso todas la personas me veían con lastima y juraban que yo sólo era una niña jugando a ser grande. No faltó uno que otro desconocido que se acercara a brindarme un consejo y decirme :" Tan bonita niña, te ves tan fea con eso"; comentario que por lo general me parecía desagradable y confianzudo, pero que con los años entendí.
Como la sociedad en general, mi mamá tampoco veía con buenos ojos nuestra relación, me dijo que te conocía muy bien y que ella sabía que nada bueno le podías dar a mi vida prohibió lo nuestro, quise defenderte pero no encontré argumentos fuertes para hacerlo, y desde entonces hasta su muerte fuiste mi secreto. Aún recuerdo como nos encontrábamos en secreto, yo decía que iría a la tienda por un refresco o algún chocolate; estábamos juntos 15 minutos y regresaba a mi casa con algún producto de la tiendita para no levantar sospechas.
La ansiedad por compartir contigo con el tiempo fue creciendo más, en vísperas de exámenes saliendo de ellos, en reuniones con familia, en mi casa por las madrugadas, siempre pensaba en ti, ahora ya podía decir que te habías convertido en mi vicio.
Nunca podré olvidar la tranquilidad que le brindabas a mis horas, el placer que era estar contigo una tarde lluviosa, tomando un café caliente y platicando. Siempre fuiste una gran compañía y siempre tuve claro que la que te dejaría a ti, era yo; me dabas el poder de tener el mando sobre esto y decidir sobre nuestros encuentros o nuestro futuro.
Tenía 26 años cuando caí en cuenta de dos cosas; una, llevaba contigo la mitad de mi vida y dos, estaba embarazada.Mi esposo poco sabía de lo nuestro, así que no le dio mucha importancia pero yo si sabía bien lo que lo nuestro implicaba, así que me arme de voluntad y termine lo nuestro por mi bien y el de mi familia . Cuando mi hija nació, sentí un instinto protector y por momentos comprendí a mi madre, le rogué a Dios que mi hija tomara buenas decisiones y se alejara de lo que le hiciera daño, esperaba que ella no cometiera los mismos errores que yo.
A pesar de comprender que nuestra relación era enfermiza y separarme de ti , ni un solo día deje de pensarte, el no estar contigo era una lucha diaria, nunca supe si era psicológico pero tu olor me seguía,te veía siempre que salía a la calle, en cada restaurant de la cuidad en todos los bares en los puestos de revistas,en el super, en todas las películas; añoraba poder estar juntos. Poco después del primer cumpleaños de mi hija un día en un café frente a la guardería ,perdí la voluntad y fue nuestro reencuentro podría comparar ese momento con el de nuestra primera ves, te acerqué a mi boca suspiré y sentí que me sofocaba, te alejé momentáneamente recuperé el aliento y volviste a estar entre mis labios. Los viejos vicios no se olvidan fue lo que en silencio me dije...
Después de ese día fueron muchas las veces que trate de dejarte, pero cada vez que lo hacía temblaba por regresar y así transcurrieron otros veintitantos años...

El día que te dejé en serio, fue el día en el que me diagnosticaron que mi muerte prematura era a causa tuya, que pude haber vivido 20 años más de no haber sido por esta maldita relación, espero mi muerte y lo único que me da vueltas en la cabeza es que por tu culpa no veré a mi nieta crecer, no conoceré París y el poco tiempo que me sobra será con analgésicos y un respirador artificial.
Lo peor de todo es que te culpo a ti, cuando en realidad fue mi culpa. A pesar de conocer bien nuestra situación y siempre creer que yo te controlaba, la realidad es que tu me controlaste, viví contigo y moriré por ti, e irónicamente tu fuiste el que dio el golpe final.
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